A los toros no se les pregunta si tienen estrés o lo disfrutan cuando se les torea porque no tienen lenguaje. Se les mide objetivamente los niveles de estrés, a través del cortisol y las catecolaminas. Es decir se les hace un análisis bioquímico. Por qué eso que se le hace un animal no se le hace a un policía que afirma rotudamente como vimos en el post Los ‘mossos’ que mataron a los terroristas del 17-A demandan al Govern, que sufre síntomas de estrés postraumático severo y reacción aguda al estrés. Se le ha medido «algo» o es simplemente la voluntad verbal del sujeto, ¿lo que prueba o desmiente un diagnóstico?
Nos hacen pruebas midiendo el cortisol y las catacolaminas para saber si sufrimos y a los humanos no les hacen ninguna
Vamos a ver ya lo vimos en el post Pacientes y su «Plan»
El tema de los informes psicológicos o psiquiátricos utilizados en los juicios es muy confuso. Un porcentaje no pequeño de los paciente que acuden a las consultas de salud mental tienen lo que yo llamo «un plan». Es triste reconocerlo, pero es la realidad. Buscan solamente un informe que les ayude a conseguir un objetivo (pensión, baja laboral, minusvalía, juicio,…). Y no me refiero a los pacientes que van buscando simplemente un diagnóstico (normalmente de depresión) para asumir su papel de enfermos y lograr con ello interesantes beneficios (eludir responsabilidades, obtener atenciones, abandonar obligaciones, manipular emociones,…). Estos pacientes se conforman con «el poder» que les otorga estar enfermos, pero los del primer grupo quieren algo más concreto. En mi opinión, los pacientes que padecen auténticos problemas mentales y que buscan sin más un tratamiento eficaz no superan el 50% de nuestra clientela.
Visto así, ¿debemos creernos todo lo que nos cuentan? Y aún más relevante ¿tenemos algún modo de diferenciarlos?, ¿existen procedimientos o instrumentos para descubrir la falsedad? Los pacientes nos cuentan lo que quieren o lo que les interesa, y nosotros lo trasladamos a un informe que llega a un juez. ¿Acaso el informe convierte en verdad lo que inicialmente era falso?
El otro día me decía una compañera que ella puede descubrir si una mujer ha sido realmente maltratada, mediante una entrevista y otras técnicas puede conocer toda la verdad ¿Realmente es así? Yo creo que debemos ser humildes y reconocer que no somos capaces de saber si un hecho específico (maltrato, agresión, alienación,…) ha sucedido o no. Sí podemos valorar un estado mental concreto (y con limitaciones), pero de ahí a poder certificar su causa exacta va un abismo. Por ejemplo, un hombre dice encontrarse muy afectado, emocionalmente hundido e incapaz de ocuparse de sus obligaciones diarias, y yo puedo valorar el caso. Ahora bien, el paciente afirma que la causa de su depresión es la conducta de su ex y su empeño en alejarlo de sus hijos. Pues bien, esto último yo no puedo asegurar que sea cierto y por tanto en el informe debo tener la precaución de incluirlo con un «asegura el paciente que…»
https://psiquiatrianet.wordpress.com/2009/11/05/pacientes-y-su-plan/
Es decir es muy difícil que un juez por su absoluta falta de formación entienda esto, y dé como prueba un informe psicológico o psiquiátrico cuando un informe de este tipo todo su contenido tendría que tener la premisa «asegura el paciente que…».
Asegura el paciente que no duerme por …
Aseguera el paciente que no se concentra por …
Asegura que se cae andando por …
Asegura el paciente que tiene una ansiedad insoportable por…
Asegura el paciente que sufre de estrés por ..
Asegura el paciente que tiene el ánimo deprimido por …
Asegura el paciente que oye voces en la cabeza por …
Sustitúyase los … por tema laboral, por la ex, por matar a terroristas etc.
Es decir cualquier informe psicológico-psiquiátrico, se tendría que redactar así, asegura o menciona el «paciente» los síntomas que le pasan, no hay prueba alguna de lo que dice o la causa de dichos síntomas relatados, más que su opinión. Actualmente es un coladero total y cualquier tema psicológico hay un informe de «perito» que elabora informes pagados, redactado obviando lo evidente, da por probado lo relatado por el que le paga.
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Extractado del Sufrimiento del toro en festejos populares – José Enrique Zaldívar Laguia.
Esta demostrado científicamente que ante una situación de estrés, el organismo sufre una serie de reacciones fisiológicas que se traducen en la activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales y del sistema nervioso vegetativo.
Este eje, está compuesto por una serie de glándulas que son, el hipotálamo situado en la base del cerebro, que actúa de enlace entre el sistema endocrino y el sistema nervioso, la hipófisis, una glándula situada así mismo en la base del cerebro y las glándulas suprarrenales (que constan de dos zonas bien diferenciadas denominadas corteza y médula), que se encuentran sobre el polo superior de cada uno de los riñones.
El sistema nervioso vegetativo (SNV) es el conjunto de estructuras nerviosas que se encarga de regular el funcionamiento de los órganos internos y controla algunas de sus funciones de manera involuntaria e inconsciente.Este eje, se activa tanto ante agresiones físicas como psíquicas. Al activarse, el hipotálamo segrega una hormona denominada CRF (factor liberador de corticotropina), que actúa sobre la hipófisis y provoca la secreción de la hormona adrenocorticotropa (ACTH) por parte de esta glándula. Esta secreción incide sobre la corteza de las glándulas adrenales, dando lugar a la producción de corticoesteroides (de los que el que más nos interesa es el CORTISOL), que pasan a la sangre.
Entretanto, el sistema nervioso vegetativo, nombrado anteriormente, ante una situación de estrés, provocará la descarga de catecolaminas que son:la adrenalina (epinefrina) segregada por la médula suprarenal, especialmente en casos de estrés psíquico y de ansiedad.
la noradrenalina (norepinefrina), segregada por las terminaciones nerviosas, especialmente en los casos de estrés de tipo físico, en situaciones de alto riesgo o de agresividad.
Estas hormonas son las encargadas de poner al organismo en estado de alerta preparándolo para LUCHAR o HUIR (fight o flight). Ambas, la adrenalina y la noradrenalina intervienen en la generación de una serie de procesos que se describirán a continuación..Ante una agresión de carácter psíquico o físico, es decir de un peligro o estresor el organismo pasa por tres fases, si es que es incapaz de solucionar la situación mediante la lucha o la huida:
Fase de alarma: El organismo baja la resistencia por debajo de lo normal. Es muy importante recordar que todos los procesos que se producen son reacciones encaminadas a preparar al organismo para la acción de afrontar una tarea o esfuerzo (coping). Esta primera fase coincide con el hecho descrito anteriormente de activación del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenales; existe una reacción instaurada y automática que se compone de una serie de síntomas siempre iguales, aunque de mayor o menor intensidad:
Aumento de la temperatura rectal
Movilización de las defensas del organismo, con aumento de la frecuencia cardiaca.
Se contrae el bazo liberándose gran cantidad de glóbulos rojos. El recuento de estas células en animales estresados demuestra que sus valores están por encima de los considerados normales.
Se produce redistribución de la sangre, que abandona los puntos menos importantes, como es la piel (aparición de palidez) y las vísceras intestinales, para acudir a los músculos, cerebro y corazón.
Aumenta la capacidad y la frecuencia respiratoria.
Aumenta la frecuencia cardiaca lo que puede provocar hipertensión arterial.
Se produce dilatación pupilar.
Aumenta la coagulación de la sangre..
Aumento del número de leucocitos (glóbulos blancos) y en concreto de neutrófilos . El recuento de estas células en animales estresados demuestra que sus valores están por encima de los considerados normales. Esta elevación del número de glóbulos se achaca en numerosos estudios científicos a las altas tasas de cortisol que se detectan en estos animales.
Disminución del número de linfocitos.
Incremento de los niveles de tiroxina (hormona del Tiroides) que aumentará el gasto energético.
Otros parámetros bioquímicos que suelen encontrarse elevados en estos animales son los marcadores de la función hepática y muscular, así como la urea, la creatinina, lactato, potasio y cloruros.
Aumenta la descarga de CRF (factor liberador de corticotropina) por el hipotálamo, que a su vez provocará aumento de la secreción de ACTH ( hormona adrenocorticotropa) por la hipófisis, que a su vez provocará la descarga de grandes cantidades de cortisol por las glándulas suprarrenales, como ya se indicó anteriormente.Cortisol
Ante estas ingentes descargas de cortisol y por efecto directo de él sobre la bioquímica del organismo animal se inhibirá la utilización de la glucosa periférica y se acumulará glucógeno en el hígado, causando la degradación de proteínas musculares y la conversión de aminoácidos a glucosa, proceso conocido como gluconeogénesis. La degradación metabólica tiene lugar en las células del hígado y en una pequeña proporción en los riñones. El 75% es excretado en la orina y el 25% en las heces.
La medición del cortisol en la sangre es el mejor parámetro para valorar la intensidad del estrés. Existen pruebas evidentes de que el estrés suprime la actividad del sistema inmunitario, haciendo al organismo más susceptible a las infecciones. Esto se debe a que el sistema inmune se altera a través de cambios del equilibrio endocrino (hormonal). Está claro que los glucocorticoides (cortisol) suprimen, de forma activa la actividad inmunitaria, por lo que son conocidos como inmunosupresores.
https://avatma.org/2016/08/29/sufrimiento-del-toro-en-festejos-populares/
Extractado del Sufrimiento del toro durante la lidia – Dra. Susana Muñoz Lasa
3. «La beta endorfina – explica Illera -, bloquea los receptores del dolor hasta que llega un momento en que dolor y placer se equiparan y el sufrimiento puede llegar a ser casi nulo»
Estas afirmaciones son totalmente incompatibles con el estado actual de los estudios científicos sobre endorfinas. Estudios realizados por anestesistas y ginecólogos3,4,5,6,7,8, y publicados en revistas de gran prestigio (European Journal of Anaesthesiology, International Journal of Gynecology & Obstetrics) parecen demostrar, sin lugar a dudas, que a mayor dolor existen niveles más altos de endorfinas, por lo que los elevados niveles de endorfinas nos estarían indicando que el toro está sufriendo un intenso e insoportable dolor. También indican que las endorfinas secretadas en condiciones de estrés no son analgésicas (Harbach, 2007), y que en general, su papel analgésico está muy debatido. Sirva como muestra un ejemplo (estudio realizado en mujeres de parto, comparando dolor y niveles de endorfinas): «(…) hemos encontrado 8 en la casilla de tolerable, siendo la media de 188,84 pg. /mi. y la «S» de 93,09. En la casilla de dolorosa, había 15 casos, siendo la media de 415,74 pg. /mi. y la «S» de 211,81. Por último, en la casilla de insoportable, encontramos once casos con una media de 509,8 pg. /mi. y una «S» de 265,61. Resultados totalmente satisfactorios, si los comparamos a los de otros autores: Jouppila, Karlovist, Borgia, Florido, Fachinetti y Petraglia, etc., siendo totalmente coincidente con nosotros.»
Este estudio, presentado por el Dr. Claudio Becerro en la Real Academia de Ciencias Veterinarias en 2005, deja claro que cuando el «animal» estudiado puede hablar, lo que nos dice, alto y claro, es que a mayor nivel de endorfinas, mayor dolor. Pero otros estudios realizados en humanos vienen a confirmar estos resultados (realizados durante el parto y durante el dolor postoperatorio): «Se observó una correlación significativa entre la severidad del dolor y la ACTH, b-LPH IRM y los niveles de B-endorfinas, con concentraciones plasmáticas de b-endorfinas aumentadas.» (Harbach, 2007).
En un estudio sobre el parto, Bacigalupo nos dice (Bacigalupo et al, 1990): (…): beta-endorphin 42 pg/ml, cortisol 318 ng/ml (valores medios). Las concentraciones de hormonas aumentaron progresivamente al aumentar la intensidad del dolor del parto. (…) Así, los niveles elevados de endorfinas en plasma no abolen el dolor, sino que probablemente lo modulan.
«(…) Estos resultados son consistentes con los hallazgos de Bacigalupo que también encontró niveles de beta-endorfinas más elevados en las mujeres que sentían mayor dolor durante el parto.» (Hofmeyr et al, 1995)